jueves, 19 de enero de 2012

TOMATES RELLENOS DE GUACAMOLE, por Matías G.

(Para 4 personas, preparación 15 minutos)

Ingredientes:

4 tomates verdes firmes
2 aguacates pequeños
1 diente de ajo
5 cucharadas soperas de jugo de limón
1 pizca de chile
2 cucharadas soperas de perejil picado
½ cucharada cafetera de cilantro en polvo
Sal y pimienta.

Para la decoración:

8 aceitunas negras

PREPARACION:

Lave los tomates y córtelos en una especie de sombrero del lado del tupo, vacíelos con una cuchara pequeña sin dañar la piel, quite las semillas y la pulpa, píquelas finalmente.

Pele los aguacates, deshuéselos, triture el ajo, la pulpa del aguacate e incorpore el jugo de limón, el chile, el perejil, el cilantro, la sal y la pimienta.

Revuelva con un tenedor hasta formar una pasta homogénea después añada la pulpa del tomate.

Rellene los tomates con el guacamole. Decore con las aceitunas y sirva como guarnición de una carne o de un pescado frío ó con una ensalada verde.

* Usted puede remplazar el chile por una cucharada sopera de pimiento verde, fresco picado finamente.

martes, 17 de enero de 2012

Platos Argentinos: ¿por qué se llaman así?

Chimichurri, milanesa napolitana, revuelto Gramajo, copa Don Pedro... muchas comidas tienen nombres de lo más extraños.
Existe una cantidad notable de denominaciones insólitas para platos y alimentos que comemos todos los días. En esta nota te contamos cuáles son los nombres más raros y por qué se llaman como se llaman.
1.
Milanesa napolitana

En la década del 50 un restaurante ubicado frente al Luna Park tenía un cliente que llegaba siempre a medianoche para comer milanesa. Una noche el cocinero se excedió con la fritura y quemó la única milanesa que quedaba. Para evitar la ira de su cliente, al propietario del establecimiento –José Nápoli- se le ocurrió disimularla con jamón, queso y salsa de tomate y le propuso probar algo nuevo y especial: la Milanesa a la Nápoli. Al tipo le encantó y así nació uno de los platos más tradicionales de la gastronomía porteña. Con el tiempo la deformación en el habla la convirtió en milanesa napolitana.
2.
Chimichurri

El chimichurri es la clásica salsa con la que se adereza la carne en los asados argentinos. ¿De dónde salió ese nombre estrambótico? Hay muchas versiones, pero la más conocida cuenta que se llama así porque quién la creó y comenzó comercializarla en el siglo XIX, fue el inglés Jimmy Curry. Tan difícil le resultó a los criollos pronunciar su nombre, que directamente lo bautizaron Chimi Churri.
3.
Copa helada Don Pedro

La copa helada conocida como Don Pedro nació en el ya desaparecido restaurante Loprete, que se encontraba en Sáenz Peña al 700, en Montserrat. Don Pedro era un vecino que pedía siempre una bocha de helado de crema con una medida de whisky. El dueño del restaurante pensé enseguida en ofrecer el postre a toda su clientela, y la bautizó como su cliente.
4.
Vigilante (la factura)

A principios del siglo XX, cuando la “plebe” criolla se quería burlar de ciertos sectores sociales utilizaban los nombres de algunas facturas. Así, entre mate y mate, el cañoncito era la palabra para burlarse de los militares y el vigilante para mofarse de los policías. La forma recta y alargada de esta factura se asociaba entonces a la figura de un uniformado haciendo guardia, bien firme en su puesto.
5.
Revuelto Gramajo

La historia, en el caso de este menjunje de papas, huevo y jamón, se remonta a la época de Julio Argentino Roca. Cuentan que el general estaba jugando una partida de cartas que se había extendido demasiado. El hambre empezó a apremiar y Roca le pidió a su edecán, un hombre obeso y adicto a la comida, Artemio Gramajo, que se las ingeniara para preparar algo. Y así sucedió: Artemio fue hasta la cocina, juntó restos de papas fritas con huevos batidos y cebollas, y llevó la mezcla a la mesa. Desde ese día, se habla del revuelto Gramajo.
6.
Papas fritas a caballo

Este plato bien argentino nació en el barrio de Chacarita, en una fonda a la que acudían obreros y operarios de la primera fábrica de heladeras de gas que existió en el país. Acosada por la obligación de alimentar muchas bocas, esta mujer frió grandes cantidades de papas y huevos y las sirvió de ese modo a los trabajadores. El mote de “a caballo” fue por un detalle muy pequeño: el hombre que repartía las papas y los huevos era tan pobre que no tenía carro propio y hacía el reparto arriba de un caballo viejo.
7.
Vigilante (el postre)

El famoso matrimonio de queso fresco y dulce de batata nació en 1920 en un bodegón de Palermo Viejo, que en esos años era cuna de malandras y compadritos. Esa cantina estaba a pasos de una comisaría y los policías iban allí muy seguido a cenar. El dueño del boliche bautizó el postre de queso y dulce como “vigilante” en honor a los muchachos de la ley.
8.
Bolas de fraile

La desnudez de los frailes no tiene nada que ver con esta pelota dulce que siempre viene en la docena de facturas. Al igual que en el caso de vigilantes y cañoncitos, decir “bolas de fraile” era, a principios del siglo pasado, el modo de referirse irónicamente a la iglesia. Otros, en cambio, creen que esta factura se llama así porque los frailes llevan pompones (a decir verdad son cuerdas con nudos) en el cinto de la sotana. A ellos se los denomina “bornas” y muchos defienden a capa y espada que deberíamos hablar de “bornas de fraile”, no “bolas de fraile”.
9.
Tallarines a la Parisienne

Pese a que su nombre remite a la gastronomía francesa, los tallarines a la parisienne son un invento argentino. París, además de ser la capital francesa, era el nombre del restaurante del hipódromo de Palermo. Su cocinero decidió bautizar con ese nombre a las pastas servidas con una versión propia de la salsa Bechamel, que llevaba un agregado de pechuga de ave.

sábado, 7 de enero de 2012

Pastel de brócoli y coliflor con crema de zanahoria por Ceci

Ingredientes para 4-6 personas:

400 gr. de brócoli
400 gr. de coliflor
6 huevos
¼ l. de leche
¼ l. de nata
2 rebanadas de pan de molde
pan rallado y mantequilla (para el molde)
agua
aceite de oliva
sal
pimienta negra

- Para la crema de zanahoria:

6 zanahorias
1 cebolla
1 puñado de arroz
agua
aceite de oliva
sal

Preparación:

Introduce el brócoli en un puchero con agua y sal. Tapa y cocínalo durante 4-5 minutos. Escurre y retíralo a un vaso batidor. Tritura con la batidora eléctrica. Reserva.

En otro puchero, cuece la coliflor durante 10-12 minutos. Escurre y colócala en un vaso batidor. Tritura con la batidora eléctrica. Reserva.

Casca los huevos en un bol. Condimenta con sal y pimienta negra molida. Bate. Añade la leche y la nata y mezcla. Añade cuatro cazos de la mezcla a la crema de brócoli, mezcla y reserva. Añade otros 3 cazos a la crema de coliflor, mezcla y reserva.

Fríe las rebanadas de pan en una sartén con abundante aceite caliente. Cuando cojan color, retíralas a un plato con un papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.

Forra el fondo del molde con papel de horno, úntalo con mantequilla y pan rallado. Vierte la mezcla de brócoli. Cubre con dos rebanadas de pan tostado. Vierte por encima la mezcla de coliflor. Introduce el molde en una fuente de horno llena de agua. Hornea a 180ºC (con el horno precalentado) durante 40 minutos. Desmolda y reserva.

Para elaborar la crema de zanahoria, pela y pica la cebolla y ponla a pochar en un puchero con un chorrito de aceite. Pica las zanahorias y agrégalas. Rehoga y añade el arroz. Sazona. Cubre con agua y deja cocer. Tritura con la batidora eléctrica y cuela para que quede una crema bien fina.

Corta el pastel en rebanadas y sirve una ó dos (según el grosor) por ración. Acompaña con la crema de zanahoria y decora con una hojita de perejil.